El café, ese
compañero del desayuno, esa pausa del día para recobrar las energías, ese
placer a la hora de disfrutar de un buen libro o una buena película, se ha
convertido en una parte tan trascendente de nuestra cultura global, que desde
luego son muchos los mitos tejidos a su alrededor. Algunos son verdades,
mientras que otros no son ciertos.
El primer mito
es que hay personas que no pueden comenzar su jornada sin un café, para poder
tener algo de concentración. Esto es claramente cierto. La cafeína es un
poderoso estimulante que evidentemente, aumenta el estado de alerta y concentración
a la mañana al levantarse.
Se dice que el
café genera adicción, lo cual no es inexacto. La cafeína es un alcaloide, que a
dosis considerables puede generar adicción. Pero se ha probado la inocuidad de
un consumo moderado, por lo cual no se produce dicha adicción si se mantiene la
ingesta a niveles sensatos – evitando así además, otros problemas de salud causados
por el exceso de café.
Por mucho
tiempo, el café ha sido algo “demonizado”, razón por la cual se cree que no se
debe consumir café durante el embarazo. La Organización Mundial de la Salud
sitúa en 300 mg. de cafeína la dosis considerada segura en el embarazo,
cualquier cantidad por debajo de esa cifra, no tiene efectos nocivos sobre el
desarrollo o la salud fetal, como tampoco sobre el normal devenir de la
gestación. Es cierto, por otra parte, que se debe evitar el café mientras se tiene
una infección urinaria, ya que si bien el café es diurético, es además
irritante.
Muchas personas
creen encontrar en el café, una forma de mantenerse en el peso ideal. Esto no
es ni verdad, ni falso. Lo cierto es que no ayuda a bajar ni aumentar de peso,
se puede consumir en cualquier momento, siempre y cuando se evite agregar
azúcar o excesiva cantidad de leche – aunque sea descremada. Pero sí es cierto
que el café activa el metabolismo y ayuda a sentirse con más energía, por
ejemplo si se lo consume antes de realizar ejercicios. Así que bien utilizado y
en cantidades moderadas, el café es un aliado del peso ideal.
Muchas personas
diabéticas piensan que el café es malo para ellos, lo cual es falso. El café
por sí solo no altera el nivel de glucosa en la sangre, es probable que se
pueda disfrutar de una taza de café sin azúcar, sin mayores inconvenientes.
Pero de todas formas, se debe consultar con el médico tratante.
El café tiende a
elevar la presión arterial, por lo tanto no es un mito que las personas
hipertensas deberían restringirlo a un consumo ocasional, siempre conversándolo
con el médico de cabecera.
Otro mito que
circula es que el café no debería combinarse con productos lácteos, porque el
café afecta la absorción del calcio. Esto es cierto, pero de todas formas, todo
depende de con cuánta frecuencia se mezclen estos alimentos. Así es que no
tiene nada de malo agregar algo de leche a tu café, pero procura consumir
alimentos con calcio en otros momentos de tu día, y no excederte en la cantidad
de café consumido, para no perjudicar la salud de tus huesos, consejo
especialmente válido para las mujeres mayores. Otra buena idea es no consumir
nada con calcio, como un alimento o suplemento nutricional, entre media hora
antes y media hora después de tomar tu café para que no interfiera con tus niveles
de calcio.
Muchos
consumidores piensan que el café no es una bebida saludable. La conclusión es
que en cantidades moderadas, sí lo es. Diversas investigaciones hallaron que el
café tiene una importante cantidad de compuestos fenólicos, los cuales tienen
una gran capacidad de antioxidante, incluso mayor que el té verde, cerveza,
jugo de manzana, entre otros alimentos.
Fuente: Amantes
del café.org