Por Natalia Vidoz
Sabemos que nos encanta, que sus
efectos nos ayudan a estar más alertas y concentrados, es la dosis extra de
energía que a veces necesitamos, y además su sabor nos cautiva. El café es
tentador por muchas razones, y la química tiene respuestas a varias de ellas.
Uno de los efectos más conocidos y
utilizados del café es que ayuda a evitar la sensación de sueño, en especial a
la mañana cuando todavía nos sentimos adormecidos. Es que en ese momento,
todavía tenemos en nuestro organismo una importante cantidad de melatonina, que
es la hormona que controla el ciclo circadiano y nos induce el sueño, es la que
comienza a aumentar a medida que sentimos sueño. El café permite eliminar más
rápido de nuestro sistema la melatonina que aún persiste y así sentirnos
activos.
Pero además, el café nos regala un
sabor delicioso y un aroma irresistible, que también es efecto de un complejo
proceso que va desde la plantación y recolección del grano verde, hasta la
preparación y posterior ingesta y metabolización en nuestro organismo.
Existen unas 66 especies de plantas de
café, aunque comercialmente destacan dos: la Coffea arabica, con unas dos
terceras partes de la producción mundial, y el café robusta, con un tercio del
total. La variedad robusta ofrece un café más intenso, con un aroma más duro y
terroso, mientras que la arábica es la que ofrece un café de mayor calidad y
menor contenido de cafeína.
Al comienzo del proceso, el grano
contiene un 65 % de agua y después del secado se reduce a un 10 ó 12 %. Deben
cuidarse mucho para lograr un café de gran calidad. Una vez secos, se les quita
la cáscara. Un solo grano en mal estado puede estropear toda la mezcla, por lo
que se los retira.
Otro de los puntos importantes para
llegar a un buen café, es el tostado, donde se desencadenan toda clase de
reacciones químicas. El café verde contiene unas 250 moléculas aromáticas
volátiles diferentes, mientras que después del tueste, esta cifra se triplica.
Al ser tostado, se elimina cualquier resto de agua del grano y se gatillan
reacciones entre azúcares, proteínas, lípidos y minerales.
A una temperatura de entre unos 185 y
240 grados centígrados, los azúcares se combinan con los aminoácidos, péptidos
y proteínas siguiendo el proceso de caramelización conocido como la reacción de
Maillard, que es el mismo que ofrece a la carne vacuna ese color amarronado y
ese sabor particular al ser cocida.
En el café, también se obtiene un
color marrón y un sabor agridulce, compuesto por glicosilamina y melanoidina,
que dan lugar al sabor característico del café, mientras que las muchas
moléculas volátiles emergen creando el característico aroma.
Al recibir calor, el dióxido de
carbono en el interior del grano se expande, pudiendo alcanzar las 25
atmósferas, y algunos granos pueden estallar. El volumen del grano aumenta en
un 50 % mientras que su peso se reduce una quinta parte.
El proceso de tostado pueden durar
entre 90 segundos y 40 minutos, de acuerdo a la temperatura utilizada. A mayor
temperatura, se obtiene un sabor más amargo, lo que se utiliza en tiempo corto.
Los tostados más largos se utilizan con variedades de menor calidad,
menoscabando el sabor. Temperaturas bajas, en cambio, no llegan a desencadenar
las reacciones que dan lugar al sabor propio del café y el resultado tiende a
ser ácido.
En una cafetera expreso, hacemos pasar
agua caliente a través del polvo de café a una presión de unas 9 atmósferas y
una temperatura de entre 92 y 94 grados. Cuando el polvo de café se comprime en
la cafetera, las partículas se mantienen unidas gracias a una sustancia
aceitosa, mientras que entre ellas quedan algunos espacios de aire.
El café triturado debe ser ligeramente
menor que la presión del agua, para que la mezcla final fluya a un ritmo de un
mililitro por segundo. Treinta segundos
de percolación (proceso de hacer pasar agua entre las partículas de café) dan
como resultado un denso café de unos 30 mililitros, y genera espuma.
Si esa espuma es demasiado clara
quiere decir que el café no estaba bien prensado, la temperatura del agua era
demasiado baja o el tiempo de extracción demasiado corto. Si el color de la
crema es demasiado oscuro y se forma un agujero en el centro, significa que la
mezcla estaba sobreprensada y la cantidad de polvo de café en el agua demasiado
alta.
El café obtenido es un coloide
polifásico, en el cual las moléculas de agua se unen a pequeñas burbujas de aire,
minúsculas gotas de aceite y algunos fragmentos sólidos. Las moléculas del
aroma se volatilizan de a poco, así es que el sabor de un buen espresso puede
perdurar en la boca hasta 20 minutos.
Continuando con la química del café en
el cerebro, hay que considerar que la cafeína es una molécula similar a la
adenosina, una sustancia cerebral que tiene un efecto protector, al disminuir
su actividad cuando estamos cansados. Por su parecido, la cafeína logra
insertarse en los receptores de adenosina, con lo cual la bloquean eliminando
la sensación de cansancio, pero también evadiendo la protección cerebral. Por
eso nos sentimos activos y alertas, pero si nos privamos de la adenosina en
forma permanente, los efectos pueden ser nocivos.
A nivel digestivo, la cafeína se
degrada en el hígado en tres moléculas diferentes, como la paraxanthina, la
theobromina y la theofilina. La paraxanthina mejora el rendimiento atlético
enviando grasa a los músculos como fuente de energía. La theobromina incrementa
los niveles de oxígeno y nutrientes del cerebro. Y la theofilina incrementa el
ritmo cardiaco, la fuerza de contracción del corazón.
Por todas estas razones, la cafeína
nos ofrece su efecto energético, mientras que el café nos deleita con su sabor,
aroma y textura. La química explica todos estos fenómenos, aunque el café para
muchos, no se explique: sea una pasión.
Fuente: Amantes del café.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario