En la década de 1970, unas cuantas pequeñas compañías tostadoras de café en los Estados Unidos empezaron a introducir café aromatizado. Inicialmente se desarrollaron aromas que sustituyesen a los que contienen alcohol Irish Cream y amaretto, por ejemplo.
De todos modos, más tarde se inició una tendencia en favor de aromas más suaves, pensados para los jóvenes y los que bebían café por vez primera. Como resultado, sabores como el de tiramisú, vainilla y toffee se hicieron muy populares. Los sabores a especia no muy distintos de los usados en la Turquía del siglo XVI y a fruta también están ganando terreno.
Especias como la canela, el cardamomo, la corteza de naranja y el higo tostado se cuentan entre las más utilizadas.