Transformación del café
El tueste del café es una fase vital dentro de su cadena de
elaboración. Hay quien sostiene, y no le falta razón, que un buen tueste
influye más en la calidad de una taza de café, que la bondad de la mezcla
escogida. El proceso de tostar los granos del café verde consiste en someterlos
durante un tiempo limitado a una alta temperatura, intervalo durante el
cual:
Pierde peso, alrededor del 15/20%, debido en gran parte a la
evaporación de su humedad y en menor parte a la pirólisis de algunos
componentes.
El grano aumenta de volumen, entre un 100 y un 130% en el caso
del café natural en función del tiempo de tueste y entre el 70 y el 80% para el
torrefacto.
Su color amarillo verdoso se transforma en un marrón, más o
menos oscuro en función del grado de tueste escogido.
La composición química del grano sufre una importante
transformación, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. Azúcares, grasas,
proteínas, substancias nitrogenadas no proteicas, ácidos... todo sufre una
transformación debido a las altas temperaturas a que es sometido el grano.
Este último punto es el más interesante desde una óptica gastronómica
pues es de ahí de donde surgen los aromas y sabores que han convertido al café
en el rey de las infusiones. El papel principal en este proceso está a cargo de
las transformaciones de los carbohidratos, las grasas y los ácidos. Y una característica
física importantísima es la solubilidad del café tostado -y molido-, factor
decisivo para proceder a su infusión.
Para obtener las máximas cualidades de cada tipo de café, el tueste
debe ser específico para cada uno de ellos. Hay en todo caso cuatro tipos de
café muy diferenciados que exigen tuestes específicos: arábicas naturales y
lavados, robustas naturales y lavados.
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